domingo, 30 de diciembre de 2012
¡Hola a todos! En esta nueva entrada explicaremos rasgos de los hombres y de las mujeres, así como de la cultura en la que vivimos que pueden influir en la seducción.
Generalmente, una mujer, busca al co-protagonista de la película de su vida, en la que probablemente aparezca una gran casa con jardín, dos niños y un perro. Es por esto, que una mujer por regla general, aunque ella no lo sepa, no va a enarmorarse del hombre en sí, sino de las expectativas que tenga de él. Por este motivo, una mujer buscará que el hombre sea acorde con las expectativas de vida que ella misma tenga.
Debemos añadir que a la gran mayoría de las mujeres les gusta que le presten atención y estén pendientes de ellas, porque esto demuestra que ellas valen lo suficiente para merecer dicha atención
El hombre, generalmente, no será tan rebuscado como la mujer. Sin embargo, por la educación que han recibido, por regla general también querrán formar una familia junto a una mujer.
A estos puntos anteriormente dichos debemos añadir que la cultura ha "castigado" durante mucho tiempo a la mujer que ha sido más liberal, lo que ha hecho que durante años fuera el hombre el que tuviese más libertad para seducir.
Sin embargo, hoy en día esto está cambiando, ya que la mujer tiene más libertad. Esto está haciendo que la mujer tome un rol más activo en la seducción y que el hombre no tenga que "esforzarse" tanto para conseguir a una mujer.
¿En qué medida creéis que las diferentes expectativas de hombres y mujeres ha influido en las técnicas de seducción?
viernes, 21 de diciembre de 2012
La belleza durante la historia
A lo largo de la historia la belleza no siempre ha sido vista de la misma manera. Durante muchos años los pechos grandes y las caderas anchas era lo que más gustaba ya que era símbolo de fecundidad. En la Antigua Grecia tomaron como belleza la proporción y la simetría de los cuerpos como podemos encontrar en la mayoría de las esculturas de la época. Pitágoras unió la belleza a las matemáticas proponiendo el número Φ o áureo como símbolo que está presente en toda la naturaleza proporcionando armonía. Este número será utilizado en el arte por Miguel Ángel, Dalí y Durero, entre muchos.
Durante el Renacimiento, Da Vinci dibujó el "Hombre de Vitruvio" como canon de las proporciones humanas. En el siglo XVII, Pierre de Brantôme dirá que para que una mujer sea hermosa y perfecta debe tener treinta bellezas. Tres cosas blancas: la piel, los dientes y las manos; tres negras: los ojos, las cejas y las pestañas; tres rojas: los labios, las mejillas y las uñas; tres largas: el cuerpo, los cabellos y las manos; tres cortas: los dientes, las orejas y los pies; tres anchas: el pecho, la frente y el espacio entre las cejas; tres estrechas: la boca, la cintura y los tobillos; tres gruesas: el brazo, los muslos y las pantorrillas; tres sutiles: los dedos, los cabellos y los labios; y tres pequeñas: los pezones, la nariz y la cabeza.
A pesar de que hace 100 años el moreno y la delgadez era símbolo de la clase obrera y de personas pobres, en la actualidad se ha dado un gran cambio. Ahora la belleza es la delgadez y tener la piel morena, siendo el canon de belleza deseado por la mayor parte de Occidente. Sin embargo, esta nueva imagen sólo se ha dado en ciertas sociedades pues aún en la actualidad existen diferencias ya no a lo largo de la historia sino también dependiendo de la cultura o sociedad en la que nos encontremos. Algunos ejemplos de estos son las mujeres jirafa de Birmania, los pies pequeños en China o la gordura en Mauritania.
A continuación, os mostramos un vídeo sobre el último ejemplo mencionado. En este se ve que, en contra del estándar de la población Occidental de delgadez, ceban a las niñas desde pequeñas para cuando llegue el momento de la boda estén gordas, ya que según la tradición una persona gorda es símbolo de salud, riqueza y belleza.
Preguntas: ¿Qué "torturas" realizamos en nuestra cultura para conseguir ese canon de belleza impuesto por la sociedad? ¿Merece realmente la pena?
Información extraída de http://www.rtve.es/alacarta/videos/television/aventura-del-saber/646645/
Información extraída de http://www.rtve.es/alacarta/videos/television/aventura-del-saber/646645/
jueves, 20 de diciembre de 2012
Hace miles de años, el poder se conquistaba principalmente mediante la violencia física, y se mantenía con la tuerza bruta. No había necesidad de sutileza; un rey o emperador debía ser inmisericorde. Sólo unos cuantos selectos tenían poder, pero en este esquema de cosas nadie sufría más que las mujeres. No tenían manera de competir, ningún arma a su disposición con que lograr que un hombre hiciera lo que ellas querían, política y socialmente, y aun en el hogar. Claro que los hombres tenían una debilidad: su insaciable deseo de sexo. Una mujer siempre podía jugar con este deseo; pero una vez que cedía al sexo, el hombre recuperaba el control. Y si ella negaba el sexo, él simplemente podía voltear a otro lado, o ejercer la fuerza.
¿Qué había de bueno en un poder tan frágil y pasajero? Aún así, las mujeres no tenían otra opción que someterse. Pero hubo algunas con tal ansia de poder que, a la vuelta de los años y gracias a su enorme inteligencia y creatividad, inventaron una manera de alterar completamente esa dinámica, con lo que produjeron una forma de poder más duradera y efectiva.
Esas mujeres —como Betsabé, del Antiguo Testamento; Helena de Troya; la sirena china Hsi Shi, y la más grande de todas, Cleopatra— inventaron la seducción. Primero atraían a un hombre por medio de una apariencia tentadora, para lo que ideaban su maquillaje y ornamento, a fin de producir la imagen de una diosa hecha carne. Al exhibir únicamente indicios de su cuerpo, excitaban la imaginación de un hombre, estimulando así el deseo no sólo de sexo, sino también de algo mayor: la posibilidad de poseer a una figura de la fantasía. Una vez que obtenían el interés de sus víctimas, estas mujeres las inducían a abandonar el masculino mundo de la guerra y la política y a pasar tiempo en el mundo femenino, una esfera de lujo, espectáculo y placer.También podían literalmente descarriarla, llevándolas de viaje, como Cleopatra indujo a Julio César a viajar por el Nilo. Los hombres se aficionaban a esos placeres sensuales y refinados: se enamoraban. Pero después, invariablemente, las mujeres se volvían frías e indiferentes, y confundían a sus víctimas. Justo cuando los hombres querían más, les eran retirados sus placeres. Esto los obligaba a perseguirlos, y a probarlo todo para recuperar los favores que alguna vez habían saboreado, con lo que se volvían débiles y emotivos. Los hombres, dueños de la fuerza física y el poder social —como el rey David, el troyano París, Julio César, Marco Antonio y el rey Fu Chai—, se veían convertidos en esclavos de una mujer.


Con escasas excepciones —el poeta latino Ovidio, los trovadores medievales—, los hombres no se ocuparon mucho de un arte tan frívolo como la seducción. Más tarde, en el siglo XVII, ocurrió un gran cambio: se interesaron en la seducción como medio para vencer la resistencia de las jóvenes al sexo. Los primeros grandes seductores de la historia —el duque de Lauzun, los diferentes españoles que inspiraron la leyenda de Don Juan— comenzaron a adoptar los métodos tradicionalmente empleados por las mujeres. Añadieron también un elemento masculino al juego: el lenguaje seductor, pues habían descubierto la debilidad de las mujeres por las palabras dulces. Esas dos formas de seducción —el uso femenino de las apariencias y el uso masculino del lenguaje— cruzarían con frecuencia las fronteras de los géneros: Casa-nova deslumbraba a las mujeres con su vestimenta; Ninon de l'Enclos encantaba a los hombres con sus palabras.

Ahora hemos llegado al punto máximo en la evolución de la seducción. Hoy más que nunca se desalienta la tuerza o brutalidad de cualquier clase. Todas las áreas de la vida social exigen la habilidad para convencer a la gente sin ofenderla ni presionarla. Formas de seducción pueden hallarse en todos lados, combinando estrategias masculinas y femeninas. La publicidad se infiltra, predomina la venta blanda. Si queremos cambiar las opiniones de la gente —y afectar la opinión es básico para la seducción—, debemos actuar de modo sutil y subliminal. Hoy ninguna estrategia política da resultados sin seducción. Desde la época de John F. Kennedy, las figuras de la política deben poseer cierto grano de carisma, una presencia cautivadora para mantener la atención de su público, lo cual es la mitad de la batalla. El cine y los medios crean una galaxia de estrellas e imágenes seductoras. Estamos saturados de seducción. Pero aun si mucho ha cambiado en grado y alcance, la esencia de la seducción sigue siendo la misma: jamás lo enérgico y directo, sino el uso del placer como anzuelo, a fin de explotar las emociones de la gente, provocar deseo y confusión e inducir la rendición psicológica.
miércoles, 19 de diciembre de 2012
¡Hola!
Este blog ha sido creado para exponer toda la información sobre la seducción que hemos ido encontrado y tratando en la asignatura de Psicología del Pensamiento. Espero que sea de vuestro interés. Gracias
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